Niño llanero en faena típica de ordeño (archivo de HmendezArtellier)
Continuando con la difusión de textos sobre la llaneridad, ofrecemos las notas y compilación pionera de versos del viejo Llano de José María Vergara y Vergara, nacido en Bogotá el 19 de marzo de 1831 y fallecido el 9 de marzo de 1872 y, quien dejara importantes obras, entre ellas varias de las primeras antologías de la América Libre, como son: Parnaso Colombiano y la Lira Neogranadina. Diplomático, novelista, crítico literario, articulista de costumbres, biógrafo, periodista y maestro de varias generaciones. Sus reflexiones sobre la poesía popular llanera datan de 1867, incluidos en su obra: Historia de la Literatura de la Nueva Granada.
Isaías Medina López
El llanero convierte su entorno en energía poética que le da su perfil propio en América
(fotografía de Manuel Abrizo, archivo de Argenis Agüero)
"Nuestra poesía popular es sumamente diversa de la española en la multiplicidad de sus orígenes, aunque parecida en su manifestación y en su forma. Los esfuerzos de los reyes españoles y particularmente de Felipe II, para unificar el lenguaje en las colonias, prohibiendo el uso de los idiomas indígenas, lograron al fin fijar como lengua oficial y única el idioma castellano, con entera exclusión de los otros dialectos españoles. Tardó algún tiempo en convertirse en lengua general; pero al fin y al cabo obtuvo la victoria, y se hizo el único, soberano y dominador lenguaje. Las lenguas derrotadas no fueron bastante poderosas para dejarle sus despojos; apenas quedó el uso de las palabras provinciales da algunos objetos indígenas, y por lo demás, no sufrió en nada la construcción de la frase española, ni el uso de sus vocablos. A principios del siglo XVIII todo nuestro pueblo hablaba un castellano tan puro como el del pueblo de Castilla, y la perversión que ha habido posteriormente se debe á la vulgarización de las lenguas europeas que nos ha traído neologismos y extranjerismos.
Hablaba ya todo el pueblo el lenguaje conquistado; pero ese pueblo estaba compuesto de grupos heterogéneos amoldados en uno por la fuerza y no por la similitud de orígenes y tradiciones. El pueblo español aclimatado en la colonia se unió poco á poco por enlaces ilegítimos con la raza negra, traída de África, y con la indígena que ocupaba estas regiones. Estas mezclas se fueron uniendo á su vez en unas partes, y rechazándose en otras; pero ya se veían las facciones de la nueva raza que tenia tres orígenes, y que formaba un tipo especial. No teniendo tradiciones comunes, la poesía no podía hacerse popular: ni la raza indígena ni la blanca podían tener simpatías por los cantos de los negros; ni estos por las tradiciones españolas de sus amos ó por los vagos recuerdos de los indios.
Estas tres razas confundidas en un mismo territorio no podían mirar á este como su patria, porque pensaban en las suyas los negros y los blancos; y la patria moral de los indios había desaparecido entre montones de cadáveres; la patria física, el suelo que pisaban les era tan extranjero como lo era para los negros, sus compañeros de esclavitud y miseria. Por otra parte, y á pesar de la desgracia que lee era común, los ¡odios y los negros se rechazan en sus caracteres é inclinaciones. El negro entonaba por lo bajo cantares que no repetía el indio, y viceversa; el blanco cantaba sus romances y sus coplas que repetían á medias el indio y el negro, apenas en aquello en que encontraban situaciones análogas á la de sus ánimos ó expresión inteligible de los sentimientos y pasiones que son comunes á todos los hombres. No teniendo ese pueblo heterogéneo una historia anterior propia del país donde se reunió, no podía hacerse popular la poesía. Se necesitaba que pasaran muchas generaciones para que el negro olvidara su patria, y amará esta; el indio se acostumbrara á mirarse como paisano del blanco y del negro; y el blanco olvidara totalmente su patria española y tuviera recuerdos de antepasados americanos. Cuando ya, por ministerio del tiempo, se unificaron los recuerdos, y hubo patria historia común, quedó en pié otro inconveniente, el de la antipatía do Las razas; para que acabe de desaparecer este obstáculo y las tres razas, absorbiéndose mutuamente, dándose y tomándose cualidades, formen una sola y reunan por fin en un solo pasado sus recuerdos, es menester que pase otro gran período de tiempo. Algo de esto se consiguió con la guerra de la independencia, que dio recuerdos de desgracias comunes y de glorias hermanas; pero ese algo no es gran cosa todavía. Sin embargo, las razas dominadas han celebrado una transacción tácita con la dominadora; le han tomado todos los cantares sencillos y verdaderamente populares, es decir, espontáneos, que describen las agitaciones del ánimo, la tristeza, los celos, el amor dichoso.
Dichos cantares se han combinado con algunos cantos africanos que conserva la raza negra, y con unos pocos cantares que son ya hijos del nuevo pueblo. Algunos grupos de población que se conservan puros tienen cantares populares del pueblo español, en la forma; pero combinados ó imitados.
Estas tres razas confundidas en un mismo territorio no podían mirar á este como su patria, porque pensaban en las suyas los negros y los blancos; y la patria moral de los indios había desaparecido entre montones de cadáveres; la patria física, el suelo que pisaban les era tan extranjero como lo era para los negros, sus compañeros de esclavitud y miseria. Por otra parte, y á pesar de la desgracia que lee era común, los ¡odios y los negros se rechazan en sus caracteres é inclinaciones. El negro entonaba por lo bajo cantares que no repetía el indio, y viceversa; el blanco cantaba sus romances y sus coplas que repetían á medias el indio y el negro, apenas en aquello en que encontraban situaciones análogas á la de sus ánimos ó expresión inteligible de los sentimientos y pasiones que son comunes á todos los hombres. No teniendo ese pueblo heterogéneo una historia anterior propia del país donde se reunió, no podía hacerse popular la poesía. Se necesitaba que pasaran muchas generaciones para que el negro olvidara su patria, y amará esta; el indio se acostumbrara á mirarse como paisano del blanco y del negro; y el blanco olvidara totalmente su patria española y tuviera recuerdos de antepasados americanos. Cuando ya, por ministerio del tiempo, se unificaron los recuerdos, y hubo patria historia común, quedó en pié otro inconveniente, el de la antipatía do Las razas; para que acabe de desaparecer este obstáculo y las tres razas, absorbiéndose mutuamente, dándose y tomándose cualidades, formen una sola y reunan por fin en un solo pasado sus recuerdos, es menester que pase otro gran período de tiempo. Algo de esto se consiguió con la guerra de la independencia, que dio recuerdos de desgracias comunes y de glorias hermanas; pero ese algo no es gran cosa todavía. Sin embargo, las razas dominadas han celebrado una transacción tácita con la dominadora; le han tomado todos los cantares sencillos y verdaderamente populares, es decir, espontáneos, que describen las agitaciones del ánimo, la tristeza, los celos, el amor dichoso.
Dichos cantares se han combinado con algunos cantos africanos que conserva la raza negra, y con unos pocos cantares que son ya hijos del nuevo pueblo. Algunos grupos de población que se conservan puros tienen cantares populares del pueblo español, en la forma; pero combinados ó imitados.
Nuestra escasa poesía popular, consta, pues, de tres partes: coplas españolas de puro origen, adoptadas y popularizadas, que cantan todas tres razas, creyéndolas propias: coplas y romances españoles combinados, que cantan los llaneros, que es una población bastante pura en su sangre: coplas africanas que se han popularizado con sus danzas, y que han sido adoptadas por la raza española y con mayor razón por la raza mestiza. La danza es el mejor conductor de las coplas ó cantares
El pueblo español que habita los llanos de San Martín y de Casanare, en reemplazo de los indios que combatió y extirpó, forma una especialidad entre todos nuestros pueblos. El llanero es un tipo único entre los tipos granadinos, ni tiene en la América otro parecido que el apureño de Venezuela y el gaucho de las Pampas Argentinas. La imagen del desierto en que vive, y su lucha eterna contra una naturaleza feroz y grandiosa; su vida en el desierto y en la lucha, y su hogar nómade y su único oficio de pastor, han creado en aquella población, un carácter originalísimo. Como hijo del desierto es entusiasta amante de la poesía y de la música; una noche entera puede pasar, y noches seguidas también, bailando, tocando su tosca guitarra ó bandolín, y cantando sus coplas ó sus jácaras.
Un poeta que les compusiera bellos romances sobre sus hazañas y montara un caballo con tanta soltura y agilidad como ellos, se haría adorar; habría riesgo de que lo proclamaran su rey. El alma del llanero no recibe de la sociedad culta otras impresiones simpáticas que las de la poesía, la música y el valor: es refractario á toda idea de elegancia y de refinamiento. Cuatro veces ha salido el llanero á las ciudades á defender las leyes. En todas ha vuelto alborozado á sus pampas llevando un recuerdo odioso de las leyes que han defendido, de las ciudades en que han habitado, sin poder hacer pastar sus caballos al pié de sus cabañas; de las mujeres, que no han querido bailar con ellos; de los hombres, que no viven sobre el caballo; de todo lo que han visto, en fin. Durante su corta y azorada permanencia en las ciudades no han envidiado sino la posesión de los caballos buenos y de las mujeres hermosas. Nada más es necesario decir sobre este tipo del árabe de América.
Los llaneros son el único pueblo entre nosotros que tiene su poesía especial que nunca abandona. No ha habido ningún poeta culto de los Llanos; el pueblo compone lo que canta, y canta lo que compone. No acepta coplas de otras tierras.
Un poeta que les compusiera bellos romances sobre sus hazañas y montara un caballo con tanta soltura y agilidad como ellos, se haría adorar; habría riesgo de que lo proclamaran su rey. El alma del llanero no recibe de la sociedad culta otras impresiones simpáticas que las de la poesía, la música y el valor: es refractario á toda idea de elegancia y de refinamiento. Cuatro veces ha salido el llanero á las ciudades á defender las leyes. En todas ha vuelto alborozado á sus pampas llevando un recuerdo odioso de las leyes que han defendido, de las ciudades en que han habitado, sin poder hacer pastar sus caballos al pié de sus cabañas; de las mujeres, que no han querido bailar con ellos; de los hombres, que no viven sobre el caballo; de todo lo que han visto, en fin. Durante su corta y azorada permanencia en las ciudades no han envidiado sino la posesión de los caballos buenos y de las mujeres hermosas. Nada más es necesario decir sobre este tipo del árabe de América.
Los llaneros son el único pueblo entre nosotros que tiene su poesía especial que nunca abandona. No ha habido ningún poeta culto de los Llanos; el pueblo compone lo que canta, y canta lo que compone. No acepta coplas de otras tierras.
Sus composiciones favoritas son largos romances consonantados, que llaman galerón, y que cantan en una especie de recitado con inflexiones de canto en el cuarto verso. Es el mismo romance popular de España, y contiene siempre la relación de alguna grande hazaña, en que el valor y no el amor, es el protagonista: el amor es personaje de segundo orden en los dramas del desierto. Indudablemente tomaron la forma del metro y la idea de los romances españoles; pero desecharon luego todos los originales y compusieron romances suyos para celebrar sus propias proezas. He aquí una muestra de ellos, que se imprimen por primera vez.
En el Hato de setenta
Donde se colea ganao,
Me dieron para colear
Un caballito melao;
Me lo dieron por maluco,
Me salió requetemplao.
---/...
Yo no soy de por aquí,
Yo soy de Barquisimeto:
Naides se meta conmigo,
Que yo con naides me meto.
Yo soy nacido en Aroa
Y bautizado en el Pao,
No hay zambo que me la haya hecho
Que no me la haya pagao.
.../...
Que anoche comí culebra
Y esta mañana pescao;
Que los dedos tengo romos
De pegarle á los malcríaos.
De los hijos de mi mama'
Solo yo salí malcriao;
Los brazos los tengo blancos
De vivir enchaquetao:
No hay zambo que me la haya hecho
Que no me la haya pagao.'
.../...
El que cantare conmigo
El que cantare conmigo
Ha de ser muy estudiao,
Porque lo tengo é dejar
Como faldriquera á un lao.
.../...
Conmigo y la rana, es gana
Que se metan á cantar,
Que no me gana a moler
Ni la piedra de amolar,
Porque tengo más quintillas
Que letras tiene un misal.
.../...
Yo fui el que le dió la muerte
Al plátano verde asao;
Cuando me lo dan, lo como,
Cuando no, aguanto callao.
.../...
Por si acaso me mataren
No me entierren en sagrao,
Entiérrenme en un llanito
Donde no pase ganao:
Un brazo déjenme afuera
Y un letrero colorao,
Pa que digan las muchachas:
"Aquí murió un desdichao;
No murió de tabardillo
Ni de dolor de costao,
Que murió de mal de amores
Que es un mal desesperao."
.../...
Mi mujer está muy brava
Porque otra me agasajó....
¡Si yo tengo mi modito
Y me quieren, qué haré yo!
.../...
A ninguno le aconsejo
Que ensille sin gurupera;
Que en muchos caballos mansos
Los jinetes van á tierra.
.../...
Yo te di mi medio real
Porque me hicieras cariños;
Solo me hiciste una vez,
Me estás debiendo un cuartillo.
.../...
Mi mama me dió un consejo,
Que no fuera enamorao,
Y cuando veo una bonita
Me le voy de medio lao;
Como el gallo á la gallina,
Como la garza al pescao,
Como la tórtola al trigo
Como la vieja al cacao.
.../...
Yo no soy de por aquí,
Yo vengo del otro lao,
Y me trajo un capuchino
En las barbas enredao.
Si hubiere alguno en la rueda
Que con yo esté incomodao,
Sálgaseme para afuera,
Lo pondré patiaribiao
Con este brazo invencible
Que Jesucristo me ha dao,
Que en esos llanos de Achagua
Yo soy el zambo mentao;
Yo fui el que le di la muerte
Al plátano verde asao,
Con un cabito de vela
Y un padre nuestro gloriao.
Por este estilo son todas sus ostentosas poesías. Conocemos por desgracia muy pocas, porque aun no ha merecido la atención de nuestros literatos esta abundante fuente de poesía popular. que se toma el trabajo de recoger romances llaneros y cantares de los negros, entraría con ellos en la literatura española como entra el Meta en el Orinoco: llevaría una grandeza a otra grandeza".
Nota: Tomado de:Historia de la Literatura de la Nueva Granada 1867. Impreso en Bogotá por la imprenta de Echeverría hermanos.
También puede leer:
La llaneridad (1): una visión de Rafael María Baralt
http://letrasllaneras.blogspot.com/2011/08/la-llaneridad-1-una-vision-de-rafael.html
La llaneridad (3): El primer cuento llanero de fantasmas publicado en inglés y en francés
http://letrasllaneras.blogspot.com/2011/10/la-llaneridad-3-el-primer-cuento.html
Fué dificil llegar a la Unificacion de los recuerdos de estas tres Razas(Española, negras e Indígena),llena de misterios. Por esta razon los hombre no podian hecerle popularidad a la poésia. El alma del llanero no recibe de la sociedad culta otras impresiones simpáticas que las de la poesía, la música y el valor: es refractario á toda idea de elegancia y de refinamiento. Los llaneros son el único pueblo entre nosotros que tiene su poesía especial que nunca abandona.
ResponderEliminarEs una poesía muy interesante, llena de ritmo y mezcla de culturas. Un saludo.
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