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sábado, 24 de noviembre de 2018

Obras ganadoras del Concurso "Letras y Hombres Libres" (Poesía y Cuento)

Llaneros de humilde casta se ha convertido en nobles defensores de la libertad 
que, también reflejan sus poemas y cuentos. 
Imagen en el archivo de Ofelia Rodríguez Pérez


Certamen organizado por la Coordinación de Cultura 
de la UNELLEZ-VIPI, en San Carlos, Cojedes.


VEREDICTO DEL I CONCURSO DE POESÍA “LETRAS Y HOMBRES LIBRES”
Nosotros, Isaías Medina López, Willian Ramírez y Carlos Muñoz, miembros del jurado del I Concurso de poesía  “Letras y Hombres Libres”, reunidos en San Carlos,  Cojedes, una vez leídos y analizados todos las obras presentadas a este certamen, hemos decidido, otorgar el primer premio establecido por las bases, al texto titulado “Tierra de Cerámica”, de la autoría de José Leonardo Albizu, Profesor de la UNELLEZ-VIPI, por expresar de acuerdo a los parámetros del poema y con un lenguaje abreviado y estético, imágenes épicas y heroicas relativas a la figura de Ezequiel Zamora y de nuestros héroes patrios en tierras cojedeñas; de igual manera, determinamos otorgar el segundo lugar  al poema “Mujer, Tierra, Viento y Ezequiel” de la autoría de Yessica Mercedes Aguirre Morales, Profesora de la UNELLEZ- VIPI, y el tercer lugar al texto titulado “Zamora el valiente”, cuya autora es Dariannys Liseth Mercado Aponte, Estudiante del Primer Semestre, Contaduría  de la UNELLEZ- VIPI, quienes también demostraron méritos en el ejercicio del género, apegándose todas las obras al propósito con el cual fue concebido este certamen literario, inspirado con el deseo de avivar el espíritu zamorano en nuestra más antigua Alma Mater cojedeña, la UNELLEZ.


TIERRA DE CERÁMICA (José Leonado Albizu)
Fueron las fuerzas de los combatientes
que iluminaron las batallas
desde Taguanes a la Carmelera
gritos en las sabanas.
Tierra de guerreros
que empuñaban libertad entres sus armas
desde una mirada en los caminos españoles
gritos de virtud entre camaradas.
importantes visitas a esta tierra amada
que Bolívar entre sus calles engalana
importantes fechas que sus historias marcaban
gritos desesperados de Zamora entre la campana.
Tierra de fuerza indígena
que se vio con el yugo cara a cara
desde los principios parió libertadores
gritos de esperanzas "tierra de hombres y mujeres libres".
...la victoria eterna camaradas...


MUJER, TIERRA, VIENTO Y EZEQUIEL (Yessica Mercedes Aguirre Morales)
A Ezequiel,  la tierra
Tierra que acaricia y mancha
tierra de nuestro color
no me mancha pues soy negra
viendo bien negra no soy
si me miro de cerquita
me doy cuenta soy marrón.

Soy marrón, soy marroncita
ese es un bello color
no me mancha pues la tierra
se mezcla con mi piel hoy
y se seguirá mezclando
hasta el día del perdón

Pues yo de la tierra vengo
hija de la tierra soy
me acaricia y no me mancha
como mancha a aquel patrón
que me esclaviza y me explota
y me exige sin perdón.

Da la vida cuerpo y alma
por dos doblones de sol
si yo de la tierra vengo
de la tierra pues yo soy
no me digas que es tu tierra
por papel letra y color.

La tierra me pertenece
pues, esta tierra yo soy
la surco con sutileza
la modelo con amor
la lleno de sabrosura
y la bailo cual danzón

Tanto le alegra a la tierra
 si zapateo un joropón
que me rodea y se levanta
cual polvo en excitación
bailando también conmigo
no se pierde una canción

Si la mojo con semillas
generosa me da dos
tres, cuatro, cinco ocho veces
generosa tierra sos

Si la oigo en el silencio
me grita a todo pulmón
historias de mundo y llano
que en su seno ella acuñó
lo que ocurrió en el pasado
que inmutable ella observó

Grita el viento susurrando
¿porque la sangre brotó?
pregunta y tierra contesta
el hombre por mi luchó
y veo que sigue luchando
lucha y sangra por la hoz
si hay mucho de  mi pa´ todos
dice la tierra en clamor

De una semilla doy mucho
hombre que inconforme sois
que me hierres, me maltratas,
me ensucias con ese hedor
químicos y cosas de esas
pura contaminación.

Tú me compras con papeles
ni si quiera verdes son
y eso que le llamas hojas
de árboles muertos son,

Grita así la tierra al viento
Que no comprende razón
Pero el hombre que la pisa
No escucha esa bella voz,

Voz de la tierra que es madre
de la tierra que es mi amor
pues la tierra no me ensucia
pues de la tierra yo soy
tierra es Ezequiel lo digo
la tierra me lo contó.

La tierra no es mía ni tuya
ni de aquel que la compró
pues que de la tierra somos
pregúntaselo al creador
que al final de nuestro tiempo
tierra somos sí señor.


ZAMORA EL VALIENTE (Dariannys Liseth Mercado Aponte)
                                I
Ezequiel Zamora general del pueblo soberano
héroe de sangre venezolana el que luchó con honor,
Desde muy temprana hora.
Guía del Pueblo Soberano, moriste por la traición
y al morir tu ser humano, murió la Federación.
                                II
En Miranda naciste pero en San Carlos moriste
Un diez de enero de mil ochocientos setenta
Uno de los ciudadanos más valientes
de nuestra tierra Venezuela.
                                III
A manos de una traición,
un disparo de fusil
que entró por su ojo derecho,
mató al que valía por mil
y oprimió todos los pechos.
                                IV
El destino ha sido cruel contigo
Zamora el valiente gran venezolano
que inocente se murió,
siendo su propio cuñado,
el hombre que lo vendió.


VEREDICTO DEL I CONCURSO DE CUENTOS “LETRAS Y HOMBRES LIBRES”
Nosotros, José Gregorio Salcedo, Gladys Vásquez y Efraín García, miembros del jurado del I Concurso de Cuentos Breves “Letras y Hombres Libres”, reunidos en San Carlos, Cojedes, una vez leídos y analizados todos los cuentos presentados a este certamen, hemos decidido, otorgar el primer premio establecido por las bases, al texto titulado “El misterio de San Juan”, de la autoría de María Renata Jiménez Balza, estudiante de la carrera de Contaduría de la UNELLEZ - VIPI, por expresar de acuerdo a los parámetros del cuento y con un clásico y acertado lenguaje, una llamativa y nueva versión sobre la muerte del General del Pueblo Soberano Ezequiel Zamora; de igual manera, hemos determinado otorgar el segundo lugar  al cuento titulado “El caballero de la igualdad” de la autoría de Adrián José Linares Chirinos, también estudiante de la carrera de Contaduría de la UNELLEZ - VIPI, y el tercer lugar al relato titulado “Un Sueño con Zamora: El Académico”, cuyo autor es Jesús Octavio Pacheco Cañas, Profesor jubilado de la UNELLEZ VIPI, quienes también demostraron méritos en el ejercicio del género, apegándose todas las obras al propósito con el cual fue concebido este certamen literario, inspirado con el deseo de avivar el espíritu zamorano en nuestra más antigua Alma Mater cojedeña, la UNELLEZ.


EL MISTERIO DE SAN JUAN (María Renata Jiménez Balza)
Se estimaban lluvias a comienzos de aquel año, cabalgaban bajo el manto de la noche una caravana de 7 hombres cuyo cabrestero, un hombre mayor del que destacaba su tupido bigote negro y sus ojos fieros reflejantes de sus pensamientos liberales. La caravana anduvo por el llano hasta arribar a un campamento iluminado a poca luz de vela, en donde los esperaba un hombre.
-General Zamora, bueno que llega.- la caravana bajó de los caballos atendidos por el caballicero.-Teniente Tiberio, ¿cómo ha estado?- dijo Zamora, acompañando al joven de rango bajo a través del lodazal y el ruido de los trabajadores.
-El trabajo en las trincheras ha avanzado, algunos andan alunaos, pero hemos parado la obra; ¡un guarapo ´e caña pa´l general y los compadres!-. Gritó a un joven mientras camina en dirección al rancho de su propiedad, seguido por  Zamora, quien caminaba a paso ligero. 
-Se notan los avances. Y dígame Compa, además de los enfermos, ¿qué era aquello por lo que con tanto ímpetu me pidió venir? –Dijo al entrar a la casucha.
-Mi General, mientras se hacían las labores, 5 ´e mis hombres se estaban en el cerro y lo que encontraron señor, será mejor que sean ellos los que les digan.- con un gesto de mano se admitió la entrada a los jóvenes. Entre la lumbre de las velas aparecieron 4 muchachos caratos de pies a cabeza. -General- habló el más alto de ellos, que con un gesto del teniente prosiguió a contar –Tábamos ayer trabajando en el cerro San juan, abrimos ahí un hueco pa´l pasadizo de la trinchera, pero Eladio se dio cuenta de que había una pare´ de abajo e nosotros, le abrimos una zanja pa´ ve que era, le lanzamos un mecate y nos entramos los 5 con una vela pa´ alúmbranos.
Entonces, ¿que encontraron? Interrumpió Zamora, con escepticismo. -Mi general, era túnel, cambiamos 2 amorochaos, los demás iban atrás. Estaba hecho e piedra, y hedía a mapurite. Caminamos y conseguimos un promontorio e huesos, se nos espelucó el cuerpo y nos fuimos a regresar pero se nos apagó la vela y a ahí la vimos- dijo aterrorizado, rucio como caballo. -¡Termine de hablar!, el general no tiene toda la noche. Solo cuéntele lo que me contó a mí  –solicito el teniente. –Mi señor, entre la oscuridad dos ojos grandes de pajuía que aturdían cómo ve el  sol, nos encaramamos a subí el mecate pero la cuaima se le lanzó a Argenis y de un zarpazo le comió la pierna, lo jalamos entre todos; encaramos arriba  lo intentamos subí con el mecate pero la cuaima lo jaló. Tapamos la zanja con una ñasca y le vinimos a contar a todos.
-Pero, ¡¿Me dice que una culebra le comió la pierna de un solo mordisco?!- refutó el general. 
- ¡Y se lo hubiera jartao completo señor!- habló otro de los jóvenes. 
Zamora pensativo se levantó de su asiento y dando unas vueltas alrededor indicó con un gesto que deseaba intimidad entre mayores. Ya solos, habló:
–Había yo escuchado rumores sobre túneles construidos por el teniente Juan José Veloz hace ya muchos años, el encargado de la construcción de la iglesia de San Juan, en un intento por elaborar una vía de escape en ocasión de guerra; algunos llegaron a decir que los túneles poseen un guardián. Esto lo oí yo de buena fuente. -¿General y cree que allí haya tal animal?- 
Con una expresión neutra respondió:  -Pues no permitiré que interfiera con nuestra batalla, ¡Ningún espanto, o criatura logrará evitar que esta tierra o estos hombres sean libres!–
A la mañana siguiente con el pecho inflado de valor el general y sus hombres, seguidos de los 4 trabajadores subieron por el cerro, a escasos metros del hoyo distinguieron lo que parecían partes humanas, sin miedo avanzaron pero la tierra bajo sus pies temblaba, ¿terremoto? Pensó el general y preparándose a lo peor desenvainó su espada. De la tierra una serpiente de 15 metros con afilados colmillos arremetió contra el grupillo devorando a 2 de un solo mordisco, los disparos empezaron a hacer eco por el pueblo, pero nada llegaba a hacerle a la gruesa piel del animal. En un intento por evitar la muerte de sus camaradas con una estocada certera logró llamar su atención, ya más cerca con una elocuente ida y venida del sable arrebató un ojo del animal, este se revolcó por el cerro hasta caer al campamento.
-¡Teniente tengo una estrategia para eliminar a la bestia!, -Grito Zamora- ¡Corra con un fusil hasta la torre de la iglesia y ya allí espere a tener un buen ángulo de tiro- confiando en su general el hombre corrió a hacer su trabajo. Aun con el ojo en su sable Zamora bajó corriendo el cerro. En las trincheras, cadáveres dejaba el paso de la serpiente, se oía el terror de los hombres y  ahora el ferroso olor de la sangre invadía el aire. ¿Cómo en tan poco tiempo la tragedia se adueñó del panorama?, era una guerra contra el animal a quien por supuesto pensaban ganarle. La serpiente detuvo su sanguinario desplazamiento al ver de nuevo su ojo, se lanzó de arremetida contra el General. En una estrategia improvisada corrió lo más fuerte que pudo en dirección al santuario, en vano su esfuerzo ya que la cuaima más veloz le alcanzó antes, intentó engullirlo, Zamora se resistió y para no ser tragado clavó su sable en la cuenca del ojo pudiendo salir de sus fauces con la desgracia que su cuerpo interrumpió el tiro del teniente al animal, acabando así con la vida del valeroso general Zamora. La serpiente recuperando la parte mutilada de su cuerpo y oliendo la muerte de su contrincante regresó a custodiar sus túneles. Para no armar zafarrancho, la serpiente y los túneles fueron omitidos de la historia oficial, al igual que el teniente y todo lo pasado aquel día, pero siempre recordaron al General Zamora como un héroe.


EL CABALLERO DE LA IGUALDAD (Adrián José Linares Chirinos)
Había  una  vez  un  joven   llamado  Ezequiel, un  joven  de carácter   aventurero,  heroico,  humilde  y  sencillo que pasó por mucho intentando conseguir  la igualdad para todos los campesinos  y esto lo convirtió en un luchador  incansable,  luchando  contra  grandes  tropas; Ezequiel  poco  a  poco  fue  consiguiendo  su  cometido. 
Aproximándose el día en que tenían que salir de la lucha Ezequiel preparó a sus hombres para la  batalla  aquella   batalla  que quizás el no sabía pero que acabaría con su vida. Ya partiendo hacia la lucha Zamora -como se apodaba Ezequiel y le decían sus colegas más allegados-  se dirigió hacia su tropa diciéndoles palabras de aliento pues lo que les esperaba no era nada bello.
Partieron  hacia  la  batalla  en  sus  caballos  pura  sangre  galopando  hacia  donde  quizás  fuese  su último  destino,  en  el  camino  se  encuentran   a   una  bella  dama  que  iba  por  el  mismo  sendero  que  ellos,  la  dama  cansada  de  andar  les  pide  ayuda  y  un  poco  de  agua,  Ezequiel  que  va de primero guiando a la tropa se detiene a escasos metros de donde esta ella y con aquella voz dulce de hombre valeroso le pregunta.
-¿Oh bella dama qué hace tan semejante hermosura por estos senderos tan solos?  A lo que la dama le responde  con voz  desesperada -¡Solamente he salido a comprar algunas cosas!  Ezequiel  vuelve y le pregunta -¿Has salido sola?  La dama responde -¡Sí   pero me han robado mi caballo y  mis pertenecías por favor  ayúdeme!
Ezequiel da la voz de mando a la tropa para tomarse un descanso y luego continuar con su rumbo, él junto a sus soldados le brindan ayuda a la dama tranquilizándola,  dándole un poco de comida y agua. Ezequiel no pierde el tiempo y se le acerca a la dama preguntándole su nombre.
-¿Cómo te llamas? Dice Ezequiel con voz susurrante, ella le responde -mi nombre es Viviana,  -¡Oh Que bello nombre! Exclama  Ezequiel un poco atontado por  la belleza de Viviana,  aquella noche duraron hablando por  un  rato largo. Al día siguiente ya pasada la noche Ezequiel se levanta y se da cuenta que Viviana ya no está por  lo que él se preocupa y sale a buscarla camina unos escasos pasos y a lo lejos ve a Viviana arrodillada  junto a un pequeño charco de agua rodeado de bellas flores.
Ezequiel le pregunta -¿Oye que te pasa?  Ella con sus ojos un poco llorosos le dijo -¡Nada! solo recuerdos que me invaden la mente, mi hermana y mi madre murieron trágicamente en un accidente dentro de mi casa, un feroz incendio ocurrió de manera imprevista llevándose consigo la vida de las dos eso dejó un gran vacío en mi por eso cada vez que recuerdo eso no puedo evitar llorar.
Ezequiel la toma de un brazo la levanta se acerca y le da un cálido abrazo le dice con suave voz - tranquila eso poco a poco dejara de doler el tiempo será quien te ayude a sanar.
Juntos se levantan y vuelven donde está la tropa, Ezequiel da la voz de mando para volver a retomar el camino, como todo hombre caballeroso el sube a su caballo y le dice a Viviana -ven sube conmigo,  juntos en el mismo caballo comienzan de nuevo su rumbo;  cabalgando por los senderos solitarios desde lejos ven un pequeño pueblito y dice Viviana -¡Oh es ahí donde vivo! Poco a poco llegan al pueblito donde se detienen.
Ezequiel baja del caballo junto a Viviana y ella le dice al oído, no encuentro como agradecerte valiente hombre, se acerca y le da un beso ardiente, Ezequiel confundido por aquel beso le susurra -¡Oye a que se ha debido ese beso¡ Ella alegre le responde, porque he comenzado a sentir algo más por ti que solo admiración. A Ezequiel -asombrado por aquella respuesta- se le ponen los ojos aguados pues él en el fondo sentía lo mismo que Viviana y también sabía que quizás no volvería a ver a la mujer que lo hizo sentir que tenía corazón ya que hace rato no sentía nada.
Casi llorando se despide de Viviana diciéndole que luchará con todo su coraje para poder volver a salvo con ella, con un beso de despedida Ezequiel sube a su caballo y da la voz de mando a su tropa para continuar, pasan los días y las noches y todavía no llegaban a su destino pero estaban muy cerca.
Al fin llegaron al campo de batalla y se encontraron con un ejército armado hasta los dientes con armas pesadas trincheras y demás, Ezequiel detiene a su tropa llega y hace una  pequeña plegaria, vuelve alza su fusil y grita a toda voz  “Tierra y hombres libres”.
Se lanzó contra aquella horda de hombres buscando igualdad pero fue en vanó pronto una bala le atraviesa su ojo derecho ocasionándole la muerte,  cayendo de su caballo en un baño de sangre. Allí quedó aquel hombre tendido en el suelo el mismo que por buena obra buscaba la justicia de los campesinos.
La  guerra continuó y se extiende durante 3 años convirtiéndose en un conflicto armado donde murieron miles de hombres así fue como un 10 de enero de 1860 murió  Ezequiel Zamora  conocido también  como “El general del Pueblo Soberano”.


UN SUEÑO CON ZAMORA: EL ACADÉMICO (Jesús Octavio Pacheco Cañas)
Corren los días 08, 09 de Diciembre del año 1859, anteriores  a la gran batalla de Santa Inés, todo es movimiento para los preparativos de ese encuentro armado de las tropas de Ezequiel Zamora con las tropas republicanas que están gobernando a Venezuela,  y dentro de esa tropa  están presentes personas que provienen de diferentes partes de territorio nacional y entre algunos de ellos se da el siguiente dialogo:
Cámara Macanilla,  ya tenemos 8 días desde que llegamos de San Carlos, invitados para luchar por la causa del General Zamora y todo ha sido movimiento estratégico de todas las personas con las que hemos tratado.
Si cámara Riquiti, yo también estoy dispuesto a dar todo de mí para que esta revolución siga avanzando.
Es así que tenemos que dar todo para ayudar al General Zamora que es el único que se ha mostrado defensor de nosotros los campesinos analfabetos y asalariados de terratenientes.
Si eso es mañana 08 de Diciembre a las 3 de la tarde en plena sabana del hato donde estamos descansando.
Bueno nos vemos mañana para oír el discurso.
Al día siguiente todo era carreras en el sitio, para oír el discurso del general.
Frente a unos 400 hombres en su mayoría campesinos de toda la zona llanera; se acerca imponente el general Ezequiel Zamora a un mesón improvisado y dio comienzo al discurso:
“Camaradas y amigos, bienvenidos a uno de los principales retos de nuestra revolución, como es el encuentro armado del día de mañana, gracias por su asistencia, pues es difícil convencer a la gente, pero yo necesito tener batallones obedientes para poder vencer y sobre todo aplicar una táctica en las trincheras de Santa Inés que ya tengo estudiada en el sitio; pues les digo camaradas ¡levántense, levántense carajo¡ aquí no hay esclavos. Amigos quiero que está conversación esté enfocada al incentivo de la educación, pues muchos de ustedes viven en la oscuridad al no saber leer y escribir, por lo que se debe estudiar y trabajar, trabajar y estudiar; porque debemos prepararnos para los retos que se avecinan; empecé mi formación en la Escuela de Las Primeras Letras  de Caracas de la mano de mi maestro Vicente Méndez,  pero tuve siempre la inquietud de leer y escribir nociones elementales de Gramática y Doctrina Cristiana alimentadas por la sapiencia del Dr. José Manuel García.
Camaradas, debemos instruirnos, ¿Por qué si todos somos hijos de Dios, por qué tengo que ser el sirviente de mi prójimo? Transformémonos cada uno en una escuela y preparémonos para la práctica de la política de la igualdad, pues tengo que hablar siempre con ustedes que son el pueblo y escucharlos siempre, debemos manejar el eslogan de Tierra y hombres libres, gracias camaradas por estar presentes”.
400 hombres contestaron: “¡Tierra y hombres libres, Tierra y hombres libres!”.
Macanilla despierta que estás dando gritos, ahí dormido.
Buenos días Riquiti es que estaba soñando con una batalla por los lados de Barinas y tú y yo estábamos entre los soldados que iban a pelear, pero lo bueno de todo fue el discurso del General Ezequiel Zamora referido sobre todo a las personas que no sabemos leer y escribir incentivándonos a prepararnos para el futuro.

jueves, 22 de noviembre de 2018

¿UN GATO O UN PERRO? ¡QUIERO UNA MASCOTA! (cuento de Jania Gámez Sandoval)


Desde la más tierna edad el amor por los animales nos acerca a los complejos fenómenos de la vida. Niño llanero en el archivo de Janett Perdomo



Jackie era hermana de Josh, a ellos les gusta pasear por la ciudad, pero han notado que la mayoría tiene mascotas, Josh le dijo a su hermana sobre esto y los dos coincidieron en decirles a sus padres.
Jackie: - Mamá, tengo que decirte algo, eh... ¡Quiero una mascota!
Mamá, rió: -¿Estás segura? Apenas tienes 11 años y es una gran responsabilidad.
Jackie:- Mamá ya estoy grande, además, Josh me ayudará a cuidarla.
Mamá: - Pero, Josh solo tiene 9 años... Bueno, lo pensaré, pero ¿qué mascota quieren?
Jackie y Josh: - Un gato o un Perro.
Mamá y papá:- ¡Decidan! ¿Un gato o un perro?
-Jackie: ¡Gato!
-Josh: Perro!  (Exclaman al unísono)
Mamá y papá: (ríen y se miran el uno al otro), creemos que deben pensarlo mejor. Le vamos a dar una semana para que lo hagan.
Jackie y Josh les pareció una difícil decisión. Mientras que sus padres lo veían como algo que olvidarían al día siguiente. Jackie quería tener un gato, pero no quería que su hermano se molestara, y Josh quería mucho tener un perro, pero ¿Qué decidir?  Los gatos y los perros son hermosos.
¡Necesito un gato! Para ver cómo se comporta- dijo Jackie- pero, tendré que esconderlo de mis padres! Jackie le contó esa idea a su hermano y los dos pensaron en tener un perro y un gato a escondidas para saber cuál era mejor. Jackie duró tres días buscando un gatito abandonado y Josh  dos días buscando un perro.  Para Josh fue un poco más fácil, porque sabía que cerca de su casa había unos cachorros. Los escondieron entre unas cajas, sábanas y almohadas y les buscaron comida, pasaron cuatro días viendo cuál era mejor, y se encariñaron mucho con esas mascotas; todavía no sabían qué decidir y ya sus padres pronto les preguntarían por la decisión.
Un día, no quedaba más comida para sus mascotas y no tenían otra opción que ir a comprarla, claro, sus padres habían salido de casa. Jackie era la mayor ¡ella tenía que ir a la tienda! Pero, no quería ir sola así que llevó a Josh;  este quería llevar a las mascotas y Jackie estaba pensando si llevarlas o no; finalmente, llevaron sus mascotas, para no dejarlas sola. .
Josh: -¡Pero, Jackie! ¿De dónde sacaremos tanto dinero?
Jackie: -Vamos! (sonrió) tengo mis ahorros y junto con los tuyos, tal vez hasta nos sobre.
Pues se fueron caminando hasta que llegaron al centro de la ciudad y encontraron la tienda de mascotas y compraron lo necesario (estos niños tenían muchos ahorros al parecer), se sentaron unos minutos en los bancos del frente mientras alimentaban a sus mascotas.
Jackie: -Amo mucho a nuestras mascotas, no puedo decidir! Quiero quedármelos a los dos.
Josh: -Yo igual, no me decido; ¿No podemos solo deshacernos de uno?
Jackie: -Tenemos que ir pensando qué le diremos a mamá y a papá.
¿Hora de revelarlo?
Los niños después de hacer todo lo que deseaban con las mascotas, se sentían cansados y fueron a buscar la estación de bus para regresar a casa. De repente, el pie de Josh cayó en un agujero lleno de barro, y cuando trata de sacar su pie se le sale su bota. Y pues, tuvo que meter su mano en todo ese barro para recuperarla.
Josh: -Ahora sí que metí la pata.
Jackie: -¡Qué torpe eres! (dice riendo)
Mientras ellos estaban distraídos, sus mascotas fueron corriendo tras un vendedor de hot dogs; ellos voltean y empiezan a correr nerviosos, Hasta que los alcanzaron, estaban muy asustados Pensaban que se habían escapado, pero cuando voltean a su alrededor ven que se fueron un poco lejos del sitio, y deciden preguntarle al vendedor dónde quedaba la estación de bus más cercana.
Jackie y Josh: -Disculpe, ¿dónde está la estación de bus más cercana?
Vendedor: - Pues está a una cuadra, justo ahí a la izquierda (señalando la calle donde quedaba el trabajo de sus padres, que estaban ahí ahora)
Jackie y Josh: -¡Muchas gracias señor! (se miraron nerviosos).
Estaba un poco difícil, ¿y si sus padres los veían? ¡Un castigo mínimo de tres meses!, ¿Qué haremos ahora? - exclamó Josh. Jackie decidió ir por otra calle, ¿Qué más da? Y pues eso hicieron;  siguieron caminando por ahí, buscando una estación de bus. Jackie estaba muy cansada y se sentó por unos minutos en el suelo, junto a una tienda de ropa y cuando se levantó su hermano se rió a carcajadas.
Jackie: -¿Qué pasa?
Josh: -¡Tienes un chicle en tu pantalón!
Jackie: -¡No puede ser! Qué mala suerte.
Un rato después, de estar caminando, encontraron una estación de bus, y decidieron ir  a casa rápidamente, Cuando llegaron sus padres ya habían regresado. Por lo que decidieron contarles a sus padres lo que pasó, claro, con unos detallitos a su favor. Y así fue; sus padres no los regañaron. Quedaron muy sorprendidos porque solo los aconsejaron y los mandaron a bañar al instante.
Mamá y papá: - Bueno, niños eso no fue lo correcto, esperamos que no vuelva a suceder, pero;  nos parece bien que se hayan preocupado por sus mascotas, ¡les permitiremos quedarse con las dos!  Eso sí, no pueden descuidarlas, siempre los tienen que amar  y si necesitan algo, tienen que hablar primero con sus nosotros. Se dieron un abrazo grupal y los niños sabían que no volverían a hacer eso sin el consentimiento de sus padres.


Nota del editor: Jania Gamez Sandoval, nació en San Fernando de Apure, estado Apure, el 10 de julio de 2007. Tiene 11 años de edad. Esta publicación fue autorizada por sus padres  el 20 de noviembre de 2018. Desde 2012 (con 5 años de edad) se  inicia como violinista en el Sistema de Orquestas y Coros Simón Bolívar. Actualmente pertenece a la Orquesta Infantil y a la Camerata Juvenil de dicho sistema. Estudia 7mo grado en el Liceo Nacional Eloy Guillermo González, en la ciudad de San Carlos, estado Cojedes.

lunes, 19 de noviembre de 2018

Cuentos Venezolanos de Navidad (17) El Morrocoy y El Ratón (Carlos Reyes)

Niño llanero comiendo uva de playa. 
Imagen en el archivo de Elkin Cardozo.



El MORROCOY Y EL RATÓN
El morrocoy y el ratón eran amigos desde los tiempos del internado sancarleño. Al morrocoy también lo llamaban "el morroco", o el "care' tragedia", o simplemente, "tragedia", porque siempre andaba con la cara seria.
En cambio. el ratón era un roedor de cola larga. ¡Rabo!, querrás decir. "Ratón de muelle", así lo apodaban. No se incomodaba cuando amigos y conocidos le gritaban, desde la acera opuesta: "¡Hola, ratón de muelle!" Y mire que era gracioso escuchar aquello: "¡Allá va el ratón de muelle!", ¡mira, va con el morroco, el care' tragedia!, ¿a dónde irán?
Estábamos en navidad, la gente estaba alegre y el ambiente también. El morrocoy y el ratón caminaban por las calles animadas del pueblo. No sé cómo, pero hicieron amistad con un muchacho de estos de una asociación de exploradores, parecido a los de "siempre listos", o boys scouts. El muchacho andaba uniformado, un verdadero rover scout. El muchacho era delgado, estatura regular, piel morena y buen conversador.
El explorador se integró al grupo y el trío siguió caminando por las calles del pueblo. El muchacho uniformado llevaba un lorito en su hombro izquierdo. Por donde pasaban los miraban con curiosidad. El ratón correteaba alrededor de los amigos; el morrocoy caminando, lento y aparatoso. El ratón y el explorador tenían varias veces que detener la marcha para esperarlo.
Aquello era todo un espectáculo ver al morrocoy, carapacho oscilante, cabeza de culebrón, paticas de tequeteque y con un cuerpo de tablitas sobre tablitas, sobre tablitas tablón, que se movía como una oruga militar.
En verdad que era un grupo muy heterogéneo; el ratón, color gris, diminuto, nariz con pelos parados, orejas alargadas y levantadas: humeante el hociquito, ojos negros, vivaces, atentos; cabe-cita que se mueve nerviosamente; roedor escurridizo.
Por su parte, el muchacho explorador: postura erguida, parada militar, ¡porque realmente se sentía un cadete!, hablando sin parar, cuadrándose militarmente para saludar a un oficial del ejército, porque esto y que lo impone el reglamento de no sé qué disciplina castrense.
En cambio, el morrocoy, con el cuello arrugado que parece una toalla mal puesta; patas cortas que casi arrastra; cara de vieja, que parece sudar.
Pero, al fin y al cabo, caminando por la ciudad, ganada por la alegría navideña, ¡y las hallacas!, y el pan de jamón, el dulce de lechosa, las nueces, las avellanas, el turrón, el panetón, los licores. ¡Y qué me dices de las gaitas!, ¡y los aguinaldos!, ¡y las parrandas' que ya no escuchamos, porque se fueron; y los villancicos, que no se escuchar»; y los pesebres, que son escasos ahora; y los arbolitos de navidad cuyas luces intermitentes dejan ver, en la noche, sus mágicos calores; y las casitas de cartón con sus farolitos amarillos, cerca de las cascadas de papel aluminio, y en el centro del nacimiento, el Niño Jesús, San José y la Virgen María; la mula y el buey, rodeados por cerritos verdecitos y lomas marrón, mientras la luna asoma su plateado brillo en el cielo insondable.
Entonces, si estamos en navidad ¿por qué no decir con alegría? "Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad", mientras vemos la hilera de luceros que señalan el camino por donde arribarán los Reyes Magos, guiados también, por la estrella mayor.
Nuestros amigos, ahora, se encuentran en una casa; allí, les brindan chicha andina, dulce de lechosa y les ponen una suculenta hallaca navideña. En la reunión familiar que hubo, conocieron a un joven que vivía en Caracas. Era delgado, pero delgadísimo, de baja estatura y buen conversador. Pero, sobre todo, muy chistoso.
Con la familia hablaron bastante, degustando la chicha, el dulce, y... sobre todo... ¡la hallaca! Bueno, de más está decir que el muchacho de la capital también se integró al grupo, así que ya eran cuatro los aventureros en la noche navideña.
El joven de la capital contó el chiste más gafo de cuantos habían oído. Refiérese así: "¡Pobrecito!, le habló un hombre al gusanito; después le preguntó: ¿Tiene frío?, y éste contesto: ¡Sí, mucho frío! Y el hombre, que tenía el gusanito entre sus dedos, le dijo, con suma ternura: ¡Muérase, pues! y lo entripó".
Chiste malo y cruel, pero los presentes se reían a mandíbula batiente; era navidad, había que festejar de alguna manera, ¡reírse!, ¡alegrarse!; y qué se puede esperar de muchachos traviesos...
Se morían de la risa con los chistes balurdos, pero siguieron, a minando, conversando, deteniéndose en las esquinas iluminabas, mientras el viento helado de la noche les enfriaba las narices.  ¡La noche de las narices frías!
¡Y dieron las doce!; hora de tomar el aguacola, el ponchecrema, el miche, hora de beber la cerveza helada; campanear el whisky, el vino, el ron y el brandy, ¿y por qué no? El cocuy y la caña clara. Hora de alegrarse de veras porque ya es navidad; ¡ha nacido el niño de Belén!
El grupo se dispersó, cada uno se fue a su respectiva casa, a la mesa familiar; ¡fíjate en el pavo relleno!, y qué me dices del jamón de pierna, y el pernil y el estofado: ¡feliz navidad!
Días después de la navidad, en el mundo cristiano se celebra la llegada del nuevo año; entonces, comemos las uvas del tiempo, un racimo de doce uvas sostenemos en la mano que vamos masticando, lentamente...Y el joven de la capital y la cena servida, que en la festividad de año nuevo congrega a la familia en la intimidad; y la ensalada de gallina y el pan de banquete; y el turrón y el panetón.
Y mamá ratona, y papá ratón, y los ratoncitos; un pedazote de queso, porque si hay ratón hay queso; "amigo, el ratón del queso"; y si hay queso, merodea un ratón. Y, ¿qué es lo que queda después del año nuevo: ¡el ratón!
Y mamá morrocoya, y papá morrocoy; y los hijos, los morrocoyitos. La mesa está servida, hay cambures y mangos. Si hay cambures uno puede encontrar una cabeza de culebrón.
Y el muchacho explorador, y mamá exploradora, y papá explorador; y los hijitos, futuros exploradores; y la mesa está servida: el pernil, la hallaca, los callos a la madrileña, la paella a la valenciana y el antipasto.
Se encienden las estrellitas, explotan los triquitraques, rampán los buscapiés, atronan los tumba-ranchos, aturden los matasuegras, los recamarones revientan los tímpanos y los cohetes iluminan el cielo, ¡jiji!, ¡así celebramos la entrada del año en Venezuela.
La música hilvana un ambiente de baile; la radio, los reproductores, la televisión alegran la noche del año nuevo. ¡A mover el esqueleto!, ¡todo el mundo a bailar, caballero! Y dan las doce campanadas, y desde La Planicie, dan los cañonazos; ¡dije cañonazos!, por si acaso no pronuncie esta palabra cuando esté borracho, por favor.
Todos nos abrazamos fraternalmente, sentimos —como lo dijo el poeta Andrés Eloy Blanco— que somos hormigas de la misma cueva. Hay alegría, gracias Padre, gracias Dios mío, ¡hoy comienza un nuevo año! ¡Feliz Año!
Hemos tomado, bailado, comido, pero la madrugada nos vence, cerramos los ojos. Duerme el muchacho explorador, lo mismo hace el joven de la capital; duerme el morrocoy, también lo hace el ratón. Todos duermen, menos yo, que escribo este relato. Y es que la noche es de amor. El amanecer traerá burbujas de colores, que nos han sostenido en el más dulce de los sueños.
Amanece, el sol levanta sus rayos luminosos y las horas avanzan con el matiz del tiempo. Las calles lucen desiertas, puertas ventanas están cerradas, se diría que ya no hay vida; pero sí la hay también, cansancio, sueño, dejadez.
Cuatro días después de la gran fiesta, el joven de la capital y el muchacho explorador se encuentran con el morrocoy y el ratón de muelle en la Plaza Bolívar, aquéllos deben partir, reportarse a sus sitios de trabajo. Se despiden de sus amigos, el culebrón y el roedor, volverán a verse en la próxima navidad.
La amistad, el tiempo, la alegría, la noche, en verdad, ¿qué son? Solo el morrocoy y el ratón permanecen pegados a la tierra.