(Representación de la Virgen del Carmen en el Servicio Comunitario de la UNELLEZ-San Carlos)
En este archivo abordamos varios aspectos de la Poética Popular a La Virgen del Carmen mediante gráficas del Servicio Comunitario "Conservación de la Literatura Oral y la Religiosidad Popular en el Sector Cero San Juan", realizado por estudiantes y docentes de la UNELLEZ y de la Fundación San Juan Bautista Niño, en San Carlos, Cojedes.
El primer aspecto está relacionado con los poemas a la Virgen del Carmen y el llamado verso "tornao" (el que retorna) en octosílabo. El poeta
Francisco Palma nos ofrece una interesante versión en "Homenaje a Camachito" (2005),
canto luctuoso dedicado a José Rafael Camacho, cuyos
versos describen la protección que se le brinda:
La Virgen del Carmen y
el Santo Rosario
lo cubren de gloria
junto a sus hermanos.
Lo cubren de gloria
junto a sus hermanos
la Virgen del Carmen y
el Santo Rosario.
*La señora María Brito, artesana constructora
de muñecos, devota y maestra de esta tradición, junto a estudiantes de la UNELLEZ-San Carlos
En las leyendas llaneras la Virgen del Carmen impone su rol de patrona protectora, que le asignan las madres del Llano cuando sus hijos parten de viaje. En la leyenda "El secuestro del coplero" (de Hipóilito Arrieta y
Jeny Tatiana Colmenares): La madre del coplero, al marchar de gira le bendice así: "Cuídese
mucho, hijo, usté sabe que yo siempre lo encomiendo a Dios y a la Virgen del
Carmen para que me lo protejan y me lo acompañen".
Otros poemas llaneros asignan a la Virgen del Carmen distintos matices simbólicos de gran interés. Joaquín Ramos en su canción "Virgen del Carmen", la
expone como "patrona del conductor" venerada con humildad y canto, a través de la tonadilla octosílaba asonante, con un primer
nominativo verso libre:
"Virgen del Carmen
eres una gran señora;
bondadosa y protectora
patrona del conductor
tienes torrente de
amor
en suelo
venezolano
y aquí te veneramos
en esta humilde
canción".
(*Altar
a la Virgen del Carmen hecho por estudiantes del
Servicio Comunitario UNELLEZ)
En el corrío El reencuentro, Orlando
Amundaray, cuenta que, tras imponerse a su rival, le sugiere que invoque a
la Virgen del Carmen para salvarse del destino fatal que le aguarda:
ni el pastor ni el Evangelio
ni la madre Coromoto,
diosa de los guanareños;
solo a la Virgen del Carmen
le pedirás con empeño
cruzar estero y palmares
que te libre de un mal sueño.
En el tema de los altares a la Virgen del Carmen el poeta Enmo Suárez nos acerca a su experiencia por medio de este tono de
velorio de santos, que será el primero dentro su poema "Flores para el Altar" (publicado en el año 2007):
Un lindo presagio
díjome mi padre:
“Un escapulario
te dejó tu madre
y un altar a diario
debes alumbrarme
y un santo sagrario
para recordarme”.
(Distintos maestros populares comparten saberes sobre estos rituales a la Virgen del Carmen)
Luego, en la misma fórmula del tono hexasílabo, los versos aclaran la
postura del poeta ante semejante compromiso y asoman la figura de "la
Cruz del Rosal", muy propia del Velorio de Cruz de Mayo, lo
cual revela que el altar a erigirse tendrá flores, rosas y claveles,
tal como lo indica la tradición:
Con mi humilde altar
yo te adoraré
saliendo a sembrar
no me perderé
tu digno mandar
nunca olvidaré
La Cruz del Rosal
siempre guardaré.
(Tamboreros de San Juan Bautista Niño alistan su homenaje a la Virgen del Carmen)
Esta obra de Enmo Suárez adquiere
un matiz dramático cuando el poeta, confiesa
su humilde condición social que le imposibilita colocar ricas ofrendas. Lo
notable de este sentimiento, se da en la ratificación de la fe
del creyente y su rol como cantador ("ruiseñor") que
venera a Cristo:
un hijo del pueblo
con cuanto sudor
yo gano el sustento,
y hasta mi señor
yo quisiera un vuelo
soy un ruiseñor
a Cristo venero.
La primera décima de este poema relata el tema a tratar: es decir el drama que sufre el poeta devoto en su empeño por construir
el Altar ofrecido a la Virgen del Carmen, como apreciaremos en estos versos octosílabos:
La Virgen ayer bajó
estando yo en oración
y se me puso en
canción
lo tanto que siento
yo,
aquello que me ordenó
era un mandato
sagrado:
que dejara engalanado
un lindo y humilde
altar.
(Estudiante del Servicio Comunitario custodiando el Altar de la Virgen del Carmen)
El poema de Enmo Suárez narra detalles del altar que elabora. Es necesario aclarar que estos
poetas populares no enuncian estados contemplativos, sino la fusión de la obra
ejecutada con la creencia y la fe, así el esfuerzo (la acción) por mandato
divino, es un símbolo devoto:
Llevado por mi Patrona
mis manos se
empecinaban
con ganas que no
acababan
después de salir la
aurora.
Su tarea está llena de amor. El devoto se vuelve incansable, corta "mil rosas"
sin hincarse la carne (o se hiere sin sentir dolor), pues en la fe que le
anima la alegría lo envuelve:
A su altar traje mi amor
mil rosas corté del suelo
como me siento ligero
hoy no me atormenta pasión
ni me lastima el dolor
que venzo con alegría.
Con suma gracia Enmo Suárez nos
conduce al plano del humor, muy decantado y de buen gusto, como se hace notorio en esta décima:
Un cestal de
hierbabuena
le ofrecí muy reverente
y aunque no soy del oriente
traje del mar una sirena
tan blanca como la arena.
Entre las brasas candentes
hallé un diamante saliente
que ante la cruz de mi Cristo,
de todos el más bendito,
yo dejé como un presente.
y aunque no soy del oriente
traje del mar una sirena
tan blanca como la arena.
Entre las brasas candentes
hallé un diamante saliente
que ante la cruz de mi Cristo,
de todos el más bendito,
yo dejé como un presente.
La narración lírica de Enmo Suárez abarca experiencias vitales y del ambiente un festín de elementos que convertirán a
su altar en una pieza única de fantasía e imaginación, pero siempre dentro
de su "altar a la Virgen":
"Quinientas rosas en
rama
yo busqué por la
mañana.
Envidioso el cundiamor
quiso entregarle al
Señor
su rojo más exquisito
y yo le dibujé sobre
el nicho
a mi Cristo un
arrebol.
(Bajo el incesante repicar de los tambores se entregan los banderines a la Virgen del Carmen)
El tema del
"dibujo" en la anterior décima, es un tópico literario de
la religiosidad popular de la más antigua data, y fusiona la poesía con las artes plásticas. Evangelisto Hermoso, en su poema "La Cuna Bendita", narra un torneo de pintura en el que el rey David recrea el Arca de la Alianza y los cinco
misterios, con la inmediata replica de los Reyes Magos, ambas acciones convierten la cuna del Niño Jesús en "altar", que es otra constante literaria popular:
Pintó el Arca de la Alianza,
pintó los cinco
misterios.
Con varios color
imperio
pintaron la Casa
Santa,
pintaron el Ser de
Gracia,
la custodia y el
sagrario,
la cruz y el
escapulario,
el caliz y el misal,
pintaron en el altar
sobre la cruz un
rosario.
Al retornar al poema de Enmo Suárez, encontramos un nuevo recordatorio que hace el
poeta sobre su condición social, el empeño de su tarea y la "visita"
en estado onírico, en este caso de la Magdalena, quien le ratifica el signo profundo de su doble tarea: el canto, como
ejecución artística y la elaboración del altar como factor de "realidad
literaria", es decir, la que acontece dentro de la obra:
no hallaba que más
poner
y es que viene a
suceder
que sin embargo soy
noble.
Ya estaba puliendo el
roble
y cuando iba a cerrar
mi faena
yo soñé que la
Magdalena
me decía: “Anda, sigue
hijo mío,
que Jesús ya te ha
cumplío
y él no quiere que te
pierdas”.
La décima VIII de este poema de Enmo
Suárez tiene un sabor de maestría sobre la visión popular religiosa de la
elaboración de los altares:
La adoración al altar
no es un tamaño e
suplicio
porque es la mesa de
Cristo,
y un deber fundamental
que es la promesa
pagar.
Suárez culimina su exitosa faena con una conseja poética, con esta cuarteta sencilla, pulcra, significativa y hermosa, como fue su palabra y su presencia:
Siendo de muy mala salud
creerse uno más que Dios
que a su hijo nos entregó
cantémosle con gratitud.
(Procesión de banderines a la Virgen del Carmen desafiando la lluvia y la oscuridad)
Como recuerdo de su visita le dejamos
la célebre Oración del Camino, que se reza al tomar una ruta
-desconocida o no- heredada de los antiguos arrieros de ganado que sembraron
el Llano con sus leyendas y cantos. Esta oración, sencilla y hermosa, se recita al momento de frotar el escapulario con devoción y fe:
“Señora Bendita, amada Virgen del
Carmen, Madre del Escapulario; tu nombre glorioso me atrevo a invocar al
emprender estos pasos que te los dedico lleno de amor y fe. Permite que donde
quiera que vaya tu sagrado nombre me libre de los peligros y males; que en las
tristezas y martirios yo reciba tu consuelo. Sea tu santa voluntad
encontrar luz en mi camino y que bajo tu manto me halle cuando el
Padre Eterno nos llame. Amén."
Maravilhosaaaaaaaa publicação
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